Contención emocional en Los Vilos
El Jueves 17 de septiembre la zona costera de Los Vilos fue una de las más afectadas por el tsunami tras el terremoto de 8,4° grados Ritcher con epicentro en la Región de Coquimbo que tuvo lugar a las 19,54 frente a Illapel.
Con la luz del día se pudo apreciar la destrucción en la Costanera Salvador Allende. Casas y locales comerciales resultaron anegados por la fuerza del mar que ingresó a la ciudad.
Días después la tierra seguía temblando con continuas réplicas y una sensación de vulnerabilidad estaba presente en todos los vecinos que se hicieron conscientes de cómo el mar, su aliado, el modo de vida de muchos de ellos, podía avanzar sin límites a lo largo y ancho de su municipio, con una fuera arrasadora, convirtiéndose en un potencial enemigo.
Marcial Salinas, Soledad Avaria y Daniel Peñafiel, consultores y psicólogos de la Gerencia de Desarrollo Humano del IST -Instituto de Seguridad del Trabajo- y Andrés López, experto en prevención de riesgos del IST, se desplazaron al lugar para colaborar y desarrollar junto con la Dirección de Desarrollo Comunitario de la Municipalidad de Los Vilos, talleres de apoyo y contención emocional para los trabajadores municipales y para los dirigentes sociales y comunitarios.
Dos colectivos al servicio de los suyos, de la comunidad; más jóvenes unos y más mayores otros, más inexpertos unos y más expertos en eso de entender la vida los otros. Todos cansados por los días vividos al cuidado de los otros, conteniendo a los demás y acusando poco a poco ese esfuerzo. Con el tiempo ellos también necesitan contención y ayuda para sobrellevar los días.
“En los más mayores aparece el cuidado mutuo como algo natural, es como si sintieran lo que les pasa a los otros, su fragilidad y vulnerabilidad; y esa empatía es muy importante en esos momentos” comenta Soledad, “Volví a casa muy cansada pero me sentía como renacer, agradecida de ver esa grandeza humana que aparece en momentos críticos, de crisis, donde las individualidades se funden en una comunidad, en un todos a una”
Marcial nos habla de la necesidad de contención en familias que al regresar a sus casas después de haber sido evacuadas ven todo destrozado y como los padres intentan no demostrar vulnerabilidad ante los niños, que ven su hogar perdido, sus juguetes y, en algunos casos, sus mascotas.
Para él no es nuevo asistir a zonas de catástrofe a contener emocionalmente a los afectados. “Me siento agradecido por hacerlo, por poder estar presente. Si bien agota físicamente y te acuestas rendido, al otro día se siente una fuerza inexplicable, llena de compromiso y empatía, que te hace levantar con ganas a escuchar a la gente, de mirar sus ojos y estar para ellos. Después cuando la conversación acaba, me llena de gozo escuchar sus agradecimientos sinceros y sentidos. Esa es mi paga, con eso me voy lleno y agradecido de poder trabajar en una institución que se preocupa de estas situaciones y no le son indiferentes”
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