Baile y palabras

Baile y palabras

¿Cómo habrá sido el mundo sin palabras? Seres humanos caminando descalzos aún sobre la hierba, acercarse a un árbol y sólo tocarlo ¿Tocarlo sin palabras? ¿Imaginas eso? ¿Puedes imaginarlo? Difícil ¿no? Pareciera ser que las palabras nos alejan de esa posibilidad. Así como nos abrieron el mundo de la consciencia de nosotros mismos, nos alejaron a su vez del fenómeno de ser uno solo con el universo: un sólo fenómeno con lo que nos rodea. Esos seres humanos no es que “tocaran un árbol”, pareciera ser que eran una sola cosa con ese árbol, por lo que no tocaban “otra cosa”, no había tal “otra cosa”, sino una sola cosa, ellos con el árbol, con la hierba, con las galaxias que veían asombrados por la noche, eran una sola cosa. Porque no había una palabra que lo separara de la experiencia. Cuando decimos árbol ya decimos, ya señalamos algo que está fuera de nosotros.

Hoy hablaba con una amiga que me contó que estaba muy entusiasmada, porque se había inscrito en Kung Fu, en una escuela cerca de su barrio y  pensé y le compartía que esa disciplina podría tener algo a la base, que pertenece a esta experiencia humana de estar sin palabras. Es una disciplina desde donde nacen, siento, muchas otras que se conectan con esta especie de danza que llega al hombre desde el silenciar lo lingüístico.
La danza. Pareciera ser que en la naturaleza hay un movimiento, un ritmo. Porque las galaxias tienen un ritmo ¿no?,  se mueven a un ritmo y no a otro. Y pareciera ser que nuestra naturaleza inmediata, la que nos rodea tiene también un ritmo, ciclo, como lo llamemos. ¿Cuál es nuestra relación consciente con ese ritmo?, un ritmo que parte en Andrómeda y pasa por el limonero que está en el patio, podría ser que a pesar que me ocurre, no soy consciente de él porque las mismas palabras, que me permiten mencionarlo, me alejan de la experiencia de vivirlo.
Siento hoy que, así como disciplinas como el Kung Fu, la Biodanza y otras permiten acercarse a ese fenómeno, podríamos decir, también,  que la poesía también lo posibilita. Aunque la poesía es lingüística, a su vez no lo es, por eso es tan diferente de otras expresiones con  palabras. La poesía pareciera resignificar las experiencias, que han sido dichas desde la palabras, porque es lo “único que se tenía a mano para decirlas“. La poesía, así como la danza entonces, puede que busquen llevarnos al suceso del amor y no a la palabra amor. Abren la puerta también para respirar en el cuerpo el ritmo de las estrellas.

Marco Bugueño
Consultor Gerencia de Desarrollo Humano
Instituto de Seguridad del Trabajo